La inocencia es el canto al niño o la niña que fuimos. Es el puente con esa forma libre y genuina de ver el mundo.
Esta obra es dinámica, es un juego, un desafío. Los trazos y los colores nos conectan con la vitalidad, con la alegría de vivir. No habla de ingenuidad, sino de la sabiduría de empezar de nuevo, con el corazón abierto y la curiosidad intacta.
Nos llama de vuelta a casa, nos pide que volvamos a creer.