meditaciones II
Sobre la belleza que nace al abrazar el aparente caos.
acrílico sobre lienzo
100 × 80 cm
Solo existen dos pinturas así en el mundo.
Las pinté en la misma época, hace más de un año, y no he vuelto a pintar nada igual, ni creo que vaya a volver a pintar nada parecido jamás.
Me gusta pensar que son rarezas, piezas extrañas, únicas y peculiares que dentro de mi producción artística tienen una identidad propia.
Simbolizan el acto de abrazar el caos, de comprender que la vida y la muerte son ciclos que coexisten. Son meditaciones profundas sobre la disolución del yo, sobre el misterio que es la vida.
Los trazos están hechos sin planificar, un guiño al enso zen con tintes de desgarro brutalista. Los colores se alternan con el negro: hablan del diálogo interno de las emociones con el silencio y el vacío.
Estos no son algo que temer, sino un espacio donde abrazar la totalidad de quienes somos, un reconocimiento profundo ante la verdad de que en el fondo entre tú y yo no hay diferencia: estamos compuestos de la misma materia
Sobre la belleza que nace al abrazar el aparente caos.
acrílico sobre lienzo
100 × 80 cm
Solo existen dos pinturas así en el mundo.
Las pinté en la misma época, hace más de un año, y no he vuelto a pintar nada igual, ni creo que vaya a volver a pintar nada parecido jamás.
Me gusta pensar que son rarezas, piezas extrañas, únicas y peculiares que dentro de mi producción artística tienen una identidad propia.
Simbolizan el acto de abrazar el caos, de comprender que la vida y la muerte son ciclos que coexisten. Son meditaciones profundas sobre la disolución del yo, sobre el misterio que es la vida.
Los trazos están hechos sin planificar, un guiño al enso zen con tintes de desgarro brutalista. Los colores se alternan con el negro: hablan del diálogo interno de las emociones con el silencio y el vacío.
Estos no son algo que temer, sino un espacio donde abrazar la totalidad de quienes somos, un reconocimiento profundo ante la verdad de que en el fondo entre tú y yo no hay diferencia: estamos compuestos de la misma materia
Sobre la belleza que nace al abrazar el aparente caos.
acrílico sobre lienzo
100 × 80 cm
Solo existen dos pinturas así en el mundo.
Las pinté en la misma época, hace más de un año, y no he vuelto a pintar nada igual, ni creo que vaya a volver a pintar nada parecido jamás.
Me gusta pensar que son rarezas, piezas extrañas, únicas y peculiares que dentro de mi producción artística tienen una identidad propia.
Simbolizan el acto de abrazar el caos, de comprender que la vida y la muerte son ciclos que coexisten. Son meditaciones profundas sobre la disolución del yo, sobre el misterio que es la vida.
Los trazos están hechos sin planificar, un guiño al enso zen con tintes de desgarro brutalista. Los colores se alternan con el negro: hablan del diálogo interno de las emociones con el silencio y el vacío.
Estos no son algo que temer, sino un espacio donde abrazar la totalidad de quienes somos, un reconocimiento profundo ante la verdad de que en el fondo entre tú y yo no hay diferencia: estamos compuestos de la misma materia